Gabriel Vilanova Perelló, Palma de Mallorca 1976.
Artista multidisciplinar que proviene de una formación académica, y cuya obra “barroquista” se ve influenciada por la pintura de Velázquez y Ribera.
El proyecto que se muestra a continuación nace de la contemplación, reflexión y comunicación con un extraño enano (Sebastián de Morra, de Velázquez). Junto con Christian Tubau elaboramos este proyecto para dar forma a una historia sobre el poder de la comunicación visual, sobre la metafísica del creador y de sus creaciones, aunando la pintura y la filosofía, a través de la voz de las criaturas pintadas.
"Sebastián" 12 fragmentos. Obra basada en el enano de Velázquez, Sebastián de Morra. Óleo/tabla de 480x240 cm
He bebido demasiado otra vez, toda mi vida gira en torno a una copa vacía, toda mi vida… Veo desfilar mi pasado como un cortejo de extrañas figuras y colores, que se mezclan y descomponen… Me ahogo en el alcohol, en el espeso aceite de linaza de mis propias preguntas…
¿Soy sólo criatura de óleo duro? ¿o trazo de carbón siempre esfumado?, ¿marioneta de un dios pintor o criatura cierta, ánima autónoma, cabeza librepensadora?
Confundo las ventanas con los espejos, la nieve con el blanco de los lienzos, las voces con los gestos… Siento que mi ser se deshebra y multiplica, que mi cuerpo se troquela y se faceta.
¡Háblame, sé que me miras, sé que me oyes, dime de qué placenta, de qué mundo, de qué paleta vengo! ¿Quién me sacó de la nada plácida en que dormía para dejarme aquí tan quieto, preso dentro de mi propio marco. ¿Y quién fue, dime, aquel juguete serio del Rey, aquél enano altivo, grave, meditabundo? ¿Quién fue realmente aquél al que llamaban Don Sebastián de Morra? ¿Qué sé yo de mí mismo? ¿Qué sabes tú de mí? ¿Qué sabes de ti mismo?
¿Quién eres, dime, tú que volteas a tu antojo mi rostro, tú que me muestras nuevas perspectivas, tú que pintas con nuevos colores mis vestidos, tú que me desnudas con tu lápiz atrevido y firme, tú que me creas de nuevo y luego me difuminas? ¿Dime, si puedo sentirte, por qué no te veo, por qué no se resuelven mis dudas y hallo sentido a mis visiones turbulentas?
He bebido demasiado otra vez, la noche es un líquido negro que recorre el árbol de mis venas. Lentamente se van apagando las brasas de mis preguntas. Todo se aquieta y oscurece a mi alrededor, me duermo…
Mi alma se ha silenciado, y más allá del abismo de las dudas, ya en las blancas estancias de los sueños, tú acercas tus grandes manos de alfarero y abres una ventana hacia mí. Me observas y vuelves a recomponer mis rasgos con gestos firmes y amables, descubres en mi alma claroscuros que incluso yo mismo ignoraba: un alma honda en cuerpo breve.